Esbozo bocanadas de fuego,
mareo el ruedo como la vaca al vaquero, soy el cuerno que mata al torero y el
sinsabor de la carne cruda a medio cocer.
Creo la runa que destruya
estas maldiciones desérticas,
las caravanas reconducidas que
en el sur de los States destilan.
Dependo de mis ojos para ver,
de mis sentidos para sobrevivir,
la supervivencia siempre a
flor de piel.
Escupo y mato del tirón dos
posibles instantes mágicos, las miradas que se apartan con el momento a
conseguir.
Me deshago en arenisca, llego
tarde con más cara que nadie y más espaldas que armarios, al final del río
sangro mientras veo lo bueno y niego el trazo.
Bandas de aves blancas guían
mi par.
Estaba mejor en mi posición
estratégica antes de cruzar, paso de sosegar a jugármela, colapsarme en
colisión en la boca del socorro.
En mi respuesta ante el
peligro, traje de pana al sol en pleno mes de junio, vaya cojones!
Tostadas con picante pican
tela ¡pero qué buenas! Sangre, esperando noche catártica.
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