Con el flexo en la nuca
y el cuerpo desperdigado, encima del teclado escribo lo que percibo en este párrafo,
en la tercera parada te encontré medicina, en otros cruces me fije en tus
pupilas.
Eres la causante de mis
llagas, creas dolor en cada letra de esta página, asombras mi causa, maldices
mi sonrisa presa de mi agonía, vislumbra mi alegría en pos de tu compañía. Eres
dulce melodía de postmortem, campos de minas que conducen a campos santos, eres
notas musicales agudas y tristes, delirios fundamentales, glacial hirviente
emergente de todos lugares.
Eres la cruz de este
mártir, ese peso ligero que desvanece entre mis cauces, soy el pálpito y tu el
detonante. Eres geniales momentos y yo el mástil que desfila en tormento
desenvaine. Destronas mi goce al sol, causas pavor a cada ídolo que te idolatró.
Eres de todos mis pesares culpable, eres mi fiel compañera cuando todos dejan
de acompañarme. Eres el alma que está conmigo siempre, eres mi carne.
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