La oscuridad de mi silencio me
da la luz,
andando a oscuras iluminado
por la penumbra,
entrando en espiritualidad,
alto rango, ser leal,
realidad abunda.
Tumbado a oscuras en el sofá,
el ruido de los coches no me
molesta,
siento claridad, siento paz,
muchas veces ira,
método de salida.
Propia de algún interés,
defendiendo lo mío,
dejándome llevar por
negatividad
si prolifero insultos a los
demás,
si me echan culpas por mi
descaro,
pero yo me siento a gusto, no
me siento culpable,
no lo soy, yo mismo me amo y
sano.
Pensando en alguien más,
buscando los ojos a ver si hay
pureza en ellos,
no maldad,
la inocencia que me pueda
curar,
la gracia divina,
segmento a segmento un mismo
universo.
Una cualidad, escondido,
muy poco participe si yo mismo
me exculpo,
siendo el primero en pensar
mal de mi
y los que me conocen se
enamoran.
¿Qué me debe de preocupar?
La gente que no está,
lo efímero del viaje,
la angustia del viento,
quedarme tirado en la calle y
pedir que esto cambie.
Si sueño con paraísos, con
costas,
con orillas bajo un sol
radiante que deshace en el descansar.
Si adoro a mi familia
más tenerla cerca a la larga
me pide soledad,
si cada vez más reclamo, si te
necesito a mi lado,
si te demando y al minuto
siguiente te pierdo
¿por qué lucho?, ¿por qué lo
intento?
Te quiero, ayúdame, ilumíname
el camino
y vela por mí que yo mismo no
puedo.
Gracias por este consuelo.
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