Te conozco,
me suena tu cara,
he podido estar en tus oídos
zumbando,
como una avispa pendiente,
como un ave anidando.
Curioseando, escuchando
qué es lo que tus inquietudes
están buscando,
qué es lo que tus dedos están
rozando,
con la punta de los mismos,
las yemas llegando.
Temblando me está el ojo,
como tiempo llevo ensimismado,
siendo un niño tantos años,
que ahora no serlo lo extraño,
y quiero sentirme miserable
por no encontrar resultado.
Mientras pienso
creo en el infinito un ser maldito,
balbuceo, noto que yo solo me
hundo,
me aventura descender,
sin quererlo al hades me
entrego,
pero de pronto temo el oscuro,
entonces noto que despierto.
Ya sé de qué te conozco!
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