No
hablaré para no volver a cagarla, caigo y sigo adelante, me desanimo cuando
estoy solo y a tu lado hipnotizado, por Dios que llegue el verano. No puedo
más.
No
respetan mis raíces, solo saben blasfemar mientras mi camino se apacigua y las
cosas me vienen solas. No soy un parasito, traeré algo espero. Luego.
Llora
el Cielo, se agita el mar, las oraciones solo se pueden rezar y la gente que no
forma parte se aparta y la atravieso como el anzuelo a la lubina.
Escapada
como al principio, ¿cuando empezó todo? Difícil elección siendo un siervo del
destino, promesas que achacar y labios que besar, todos me atraen menos los que
quieren de verdad. En realidad la quiero más que a nada teniendo en cuenta que
solo me quiero a mí y a veces ni eso. Deslizo hacia el abismo de la presencia
inalterada, que es mi piel, en forma de colina rasgada desde las plantas hasta
el cabezal; de la aguja que cose el sedal, que es el cabello natural.
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