Ay
triste noctámbulo que baila con los acordes de la más dulce melancolía.
Solitario transeúnte por las aceras de la vida de las noches frías.
Nauseabundo
alcohólico delincuente, las musas su perdición, el amor no es excusa.
Se
adelanta, va con prisa, ha quedado con unas amigas, cómo le gustaría que le
invitara.
Tacones
por tierra y vestidos elegantes en la playa, el 0 por los lados y el contorno
en escala de degradación.
Un
bohemio con un litro helado como acompañante diario, un bolígrafo con el
capuchón mordido y unas hojas arrancadas con flecos. Un corazón que busca dueña
y ansiosamente espera preparado para dar el paso.
Vuelvo
a nuestra escena como un preso, el ambiente no ha cambiado tanto, más nostálgico,
pasado el verano y el cuello respingón por los grados. Al terminar de escribir
pidiendo al sucio río un deseo, lanzando las notas al agua en busca del mar,
sin botella, esa la revienta.
Nos
lo dieron todo, más hostias que encantos, de nuestros padres aprendimos a
blasfemar, sus banderas levantamos contra el enemigo imaginario. Con un forro
polar se siente desprotegido madre y es que es sábado y llegará tarde.
Nublado
de invierno, se deshacen los dibujos del cielo y los móviles siguen consumiendo
mentes inocentes que no se saben relacionar entre familias y nadie llamó
después de aquello, ni se interesó por lo que hacía. Cuando dormía poco la
bebida era insípida, por antonomasia a diario, con un chándal de vagabundo para
donarlo. Presa de
un Fox Terrier.
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