Te conozco, me suena tu cara, he podido estar en tus oídos zumbando, como una avispa pendiente, como un ave anidando. Curioseando, escuchando qué es lo que tus inquietudes están buscando, qué es lo que tus dedos están rozando, con la punta de los mismos, las yemas llegando. Temblando me está el ojo, como tiempo llevo ensimismado, siendo un niño tantos años, que ahora no serlo lo extraño, y quiero sentirme miserable por no encontrar resultado. Mientras pienso creo en el infinito un ser maldito, balbuceo, noto que yo solo me hundo, me aventura descender, sin quererlo al hades me entrego, pero de pronto temo el oscuro, entonces noto que despierto. Ya sé de qué te conozco!