Estaba ahí, su perfume le
cautivó,
la sigue por mil caminos para
poder seguir con vida,
la mantis que le mata, la última
corrida.
Cuestas puntiagudas empinadas,
dadle seguridad,
se siente atrapado en esta
matriz espiral,
sólo le queda rezar.
La esencia del delito, ese
olor que estilas,
que se derrite y muere en el
tercer circonio y
débito se tira al foso del que
sigue preso.
Perro sin dueño, la gárgola
que observa,
te persigue como en Wicker
Park;
se siente mal, tú no quieres
escapar.
Captor a lo Átame, la
enfermiza pero humana
obsesión de Benigno en Hable con ella.
No le importa caer, no tiene
nada que perder,
va jugando a la ruleta del
desastre, día 20 de los 40 tentados.
Por ti, por él; te sigue
esperando en esa esquina,
es el que lleva gafas de sol
en la terraza del bar donde desayunas,
es el que te espía mientras te
desnudas, es el que escala las más altas copas de las encinas.
Tú eres vitamina de este cuerpo adicto a su
morfina, sativa, la droga que le tira, que le empuja a esta vida angustiosa en
la que:
¡ Cuanto lo que tenías has
dejado!
¡ Cuando ya nada te importa !
¡ Cuando pierdes lo que ganas
!
¡ Cuando todo ya son faltas !
¡ Cuando llega el frío y no
posees abrigo !
¡ Cuando depende de otro aire y
en él no confía!
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