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Mostrando entradas de septiembre, 2015

Siempre contigo

Algún día te veré, sé que sigues existiendo y que querrás estar conmigo, me das tu luz con la que me ilusiono y avanzo camino a algo que desconozco. Tengo miedo como siempre pero estoy convencido que es lo mejor, otra cosa es que lo aproveche. Soy feliz y no me debo nada más que preocupar de serlo, junto a las dos personas que nunca me van a abandonar, a las que tengo que demostrar tanto.  Hay veces que me pregunto si me ves, si me apoyas, si deseas decirme algo pero no te puedo tener y verte me daría pánico, te sigo recordando y buscando parecidos. Renuncio de tu doble, tu viva imagen somos con mi hermano. Te quiero aunque no te lo diga en alto, si no fuera así por qué iba a estar llorando. Soy injusto tantas veces que no comprendo el por qué olvido rápido, te escribo porque algo va mal. Cambio de ciudad no de país, la ciudad de la cristiandad, ¿es lo que quieres para mí?  ¿por qué actúo así? Y encima me recompensas! Leopoldo se llama tu misionero y el Cielo es el credo, el

Juan

Juan es un hombre corriente, su situación es especial; vive en la calle. Juan sabe lo difícil que es estar día y noche sentado en un portal, observa a la gente caminar, unos le echan monedas pero más se lleva el negro que tiene enfrente; no tiene resentimientos, pide por necesidad, detrás de él no hay mafia como con las rumanas. Juan cree en Dios, le da esperanzas. Juan ha cumplido su misión: ir a visitar a sus hijos después de 5 años. Juan se divorció, la mujer encontró otro esposo y él se quedó sin nada en la calle. A Juan no le importa no comer con tal de ver de nuevo a su hija, ella nunca sabrá que él vive en la calle, son más de 3 horas de viaje pero para él ya no hay nada más. Juan vive cada momento, quizás se quede en esa otra ciudad para estar más cerca de su niña. Su otro hijo también es joven, los dos universitarios. Que duro es ser padre, darlo todo por ellos porque el amor es imperecedero. Poco más se de Juan, me imagino que se llevaría una alegría su familia. J

Culpa y Redención

Hado negro, dar respuesta al tiempo, sin espacio para la debacle. Voces a solas, desatando la locura contra la inocencia personificada de respuestas no mal intencionadas. Descubre el perdón, recuerdo en el tranco el incidente de ya me da igual morir y cerrar la puerta tras de si y abandonarse a lo que pase. Te paro los pies, no sé la razón del por qué te animas, qué te motiva. Esa muchacha le hace más mal que bien, posiblemente, se anticipa en como este a rol responde. No te juzgo, no te quiero dejar caer, ayudarte como Ace Ventura al mapache. Me pego a la pared no le hagas daño a los objetos me dije, fui mal ejemplo tal vez para ti si lo pase así. Distinta persona la que adoras, esto se tiene ya que acabar, hombres con responsabilidad de acuerdo a su edad. Eres una persona sensata. Debo de cuidar a la que me dio de mamar, al final la vamos a matar. Dejar de preocuparme y esperar pero la espera mata a las acacias. Me siento un terminal en régimen de pena de muerte, sin p

El soñador

El soñador que salió del mar, al que la corriente siempre arrastra. Parece vive en un sindios; tiene ilusión, es negativo-realista y positivo mirando al frente. El soñador se sienta a la sombra de la palmera, si llueve el bajo ella pasea.  El soñador siempre respira poesía, tiene dentro un gran paisaje interior, aspira a matar al Demiurgo con la flecha del amor al mundo, a la vida y a las dulces niñas. El soñador mira en silencio monumentos, le gusta beber acompañado, una buena conversación que parta de dentro. Vive en un terral, es poeta, siempre escribe letras, suspira con el canto de todas las sirenas. Escucha música en relax, le da por crear y nunca al dormir cesan las ideas. El soñador llora y ríe después, se limpia de lo que le preocupa. El soñador busca una explicación al misterio de la vida mientras observa su regalo, tiene aspiración de que será recordado. Es creacionista y tiene visiones pancreistas, otras veces agnósticas. El soñador prefiere no pensar, es de act

Me gusta

Me gusta llorar porque cura mis heridas, me hace fuerte y retroalimenta mi ser. Me gusta que me quieras siempre: cuando estoy feliz y cuando me quiero morir; en esos casos que las lágrimas inundan barcos. Me gustan tus silencios llenos: de respiraciones y besos, que me pegues bocados, me gusta tu aliento mañanero. Me gusta el olor de tu piel, me gusta el olor de tu sudor a ciervo herido. Me gusta tus palabras de amor, me gusta que me digas: cari, cielo, amor, vida y corazón. Me gusta despertar y que estés finamente mirando mis párpados sin haberme dado cuenta, me gusta tu mirada. Me gusta tu sonrisa, el olor de tu pelo y su suavidad. Me gusta que me abraces sin parar y aprietes el estómago. Me gusta sentirte y me gusta tenerte. Me gusta que repitas mi nombre y me digas: te amo. Me gusta que digas que estarás siempre a mi lado y que siempre te tendré. Me gusta pensar que TODO ESTO SERÁ ETERNO y NUNCA DEJARÉ DE VERTE. Me haces tan feliz y tan grande que no me gustaría ni pensa

Sin solución aparente

Cuéntame el secreto: la pócima oculta, yo a cambio te desvelaré el por qué del estado de estos ánimos. La cuesta es más cómoda en bici hacia abajo, la pendiente del estrellato. Me encuentro leyendo sucesos variante necrológicas, el papel de talo de otros lares. Deséame suerte con mis proyectos; el del hombre desnudo en la naturaleza inviable. Soy más de cerve que de tinto, más de gambas que de sepia, más de comerte tras ponerte a rabiar. Soy de pensar que le quito el hábito al monje, aunque el pensamiento a una edad no modifica, más fachas que Carracuca. Soy de mirar por fuera cuando quiero salir de a dentro, soy de quedarme tumbado en vez de aventurar, de criticar y descalificar, las normas de la sociedad. ¿Qué hago si no puedo quemar los burkas? ¿Qué solución le damos a Irán, Iraq, Afganistán y Siria? Y al musulmán practicante en general. ¿Qué aceptación tiene el obligar bajo pena capital el ramadán y dejar a la mujer sola, sin dedos y sin rostro, mientras muere en e