La
sombra de la duda y el halo de la luna.
La
descendiente fortuna y la nueva cuna.
La
impaciencia del viandante y la alevosía del cruel.
Los
ojos cortados y la dulce miel.
La
vida que se escapa en un suspiro.
Las
manos esparcidas buscando su sitio.
La
perfecta silueta de algo que se desvanece.
La
brevedad de la muerte de un día en ciernes.
La
ilusión de un veinteañero que es el presente.
El
acaecimiento de los que vienen después por probar.
Los
viajes infinitos dentro de la cabeza.
La
práctica al dejar de pensar.
La
muerte en alma, la vida en pos de.
Emergentes
ventanas y emergencias necesarias.
La
falta de sensibilidad cuando todos somos personas.
La
diferenciación que estiman para estar completos.
Las
runas desmontadas por un frío poco indispuesto.
Las
bombas que destruyen maravillosos templos de rezo.
Las
cantidades de objetos con vida invisible.
La
ropa que tiras sin pensar en cuantos pasan frío,
la
comida que dejas de ayunar para que después se te reconozca.
La
tierra prometida,
las
vírgenes suicidas,
las
pobres amas de casa que no pudieron elegir estudiar,
los
señores antiguos se regeneran, nunca se acaban.
Déjame
que te diga una cosa moza:
¡Que
por ti sufro y aunque me duela debo de exigirte prendas nuevas!
Que
tanta ineficacia forme parte del rodeo del hueso.
Que
tanto sinsabor sea porque dejamos de apreciar.
Que
la vida que me das la desperdicie en buscar,
en
drogarme, en volar, en caerme en una espiral.
Concédeme
el deseo de un tranvía nocturno sin destino.
Ausencia
de matices, dirección sin marcar, parada obligatoria.
Un
bolero que haga desvanecerme si lo leo,
un
credo nuevo que convierta en uno todos los tiempos.
Voy
sin prisa, sin normas, sin horca, sin velas que nos socorran.
Sigo
pisando sin pisar, sigue el suelo siendo un cráter.
Duermo
poco por la esperanza de dormir contigo,
y
te quise tanto pero me callé para que no me llamaras romántico.
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