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Nueve

La sombra de la duda y el halo de la luna.
La descendiente fortuna y la nueva cuna.
La impaciencia del viandante y la alevosía del cruel.
Los ojos cortados y la dulce miel.

La vida que se escapa en un suspiro.
Las manos esparcidas buscando su sitio.
La perfecta silueta de algo que se desvanece.
La brevedad de la muerte de un día en ciernes.

La ilusión de un veinteañero que es el presente.
El acaecimiento de los que vienen después por probar.
Los viajes infinitos dentro de la cabeza.
La práctica al dejar de pensar.

La muerte en alma, la vida en pos de.
Emergentes ventanas y emergencias necesarias.
La falta de sensibilidad cuando todos somos personas.
La diferenciación que estiman para estar completos.

Las runas desmontadas por un frío poco indispuesto.
Las bombas que destruyen maravillosos templos de rezo.
Las cantidades de objetos con vida invisible.
La ropa que tiras sin pensar en cuantos pasan frío,
la comida que dejas de ayunar para que después se te reconozca.
  
La tierra prometida,
las vírgenes suicidas,
las pobres amas de casa que no pudieron elegir estudiar,
los señores antiguos se regeneran, nunca se acaban.
Déjame que te diga una cosa moza:
¡Que por ti sufro y aunque me duela debo de exigirte prendas nuevas!

Que tanta ineficacia forme parte del rodeo del hueso.
Que tanto sinsabor sea porque dejamos de apreciar.
Que la vida que me das la desperdicie en buscar,
en drogarme, en volar, en caerme en una espiral.

Concédeme el deseo de un tranvía nocturno sin destino.
Ausencia de matices, dirección sin marcar, parada obligatoria.
Un bolero que haga desvanecerme si lo leo,
un credo nuevo que convierta en uno todos los tiempos.

Voy sin prisa, sin normas, sin horca, sin velas que nos socorran.
Sigo pisando sin pisar, sigue el suelo siendo un cráter.
Duermo poco por la esperanza de dormir contigo,
y te quise tanto pero me callé para que no me llamaras romántico.




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