Como el notar caer, como el ayer, como el beso de
mujer.
Como la tierra que se mete en los ojos al subir con
grilletes por ese camino ruin.
Pasar en día por carro en la melodía. Oscuras ciénagas
repletas de mentiras, eras la pertenencia de otro, lágrimas de sativa.
Me distingo del precipicio en que cuelgo a medias, al
rumbo del desastre.
Soy un cráter más que un lastre, adivino, me rodean
demonios,
voy con ellos, son mi destello, la luz amarga me
alumbra desde el agujero.
Soy la copa rodeada de dulces sabores, gramos de
fresa, no tu falso néctar.
Quién osa a desafiarme, cuesta abajo en barco en auge,
métele fuerte hasta que amaine, cambio de dirección,
¿cómo?, a ninguna parte!
He sido sultán en un montón de ocasiones, no me
abandones, soy el don de dones,
tengo clones multiplicados por esporas, aspersores
lejos de mis rendiciones.
Soy el asesino de mi calma, busco fines más allá de
vuestras faldas, tengo perlas que me cuelgan, son quemaduras, marcas que
mantienen mi cordura.
Telediario apológico de muerte, destrucción en la
escucha del oyente.
Dios me quiere pero yo me odio a muerte, soy un
culmen, desaparece mi estirpe.
Contra el viento brillo libre en cualquier momento, el
firmamento cubre todos mis cimientos. Como el mar turbio, como los erizos
pegados a las rocas.
Elección, duro de demora, moras cuelgan, ¿rojas o
negras?, las cojo todas, relleno la bolsa!
Cartera repleta de aire, la pasta gastada en alcohol,
demando su olor, presa de tu sabor.
Vándalo nunca arrepentido, he conseguido calmar mi
odio con el paso del tiempo.
Siento rabia, siento amor, golpearme el cráneo, luego
atarte con un cinturón y darme un beso en la venda puesta.
Átame con correa, vea a quién vea sepa tiene delante
un mártir.
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