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¿Te atreves?

Sigo sin descubrir porque mi vecina habla por teléfono en el rellano, sigo sin describir sus labios.
Escribo sobre ella pero no me conoce, cruzamos la misma avenida todas las mañanas. Si supiera que la trataría como una diosa, si supiera devolverme la felicidad.
Los novios se despiden, las septuagenarias un día tuvieron su príncipe. Frente a un andén vacío, algún día construiré mi historia.
Soy el chico ausente de un mal menor, en esas jornadas matinales desfilo buscando paz interior. No sé quién soy, pero conozco lo que puedo ofrecer, ellos en clase yo cambiando constantemente de parajes.

Te atreves a ser mi acompañante?


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Vuelve a la cama

Escribo menos porque vivo más, una novia en cada circunstancia. Situaciones al límite como Relatos Salvajes, un desvarío continuo como los hermanos Farrelly. Murciélagos desorientados en mi patio a media tarde, todavía uno duerme en el escalón del trastero, resguardando en letargo para después. Un resquicio diminuto en tus paredes. Aletas moradas, carne y caviar, lambrusco para variar y leche con calcio. Te hiciste la remolona y no me diste el contacto, pasarán semanas hasta que vuelva. La máquina de escribir se formatea al rozar el cable, las manchas forman encuadres. Tu boca sabe a arándanos y tu lengua es viperina. Tus pechos magnolias y tu culo montículos donde mis manos reposan palpando mitades de albaricoque. Variedad en la misma masa, cara blanca y sonrisa sureña, acento cordobés. Jugando como un niño que no conocía la malicia, si la picaresca, comiendo de tu racimo, tomando dulces y vino. El calor del brasero un bálsamo y tus abrazos matemáticos, con cada p

El amante

Alivio de agobio, aventura tras el novio. Deseo irreconciliable, nuevo rumbo que no falte. Tú fuiste el culpable, yo no lo llamo engañe. Lo hiciste a sabiendas, llegaste demasiado tarde. Ibas de importante, no te importaba machacarme. Te mostrabas distante, en otro lado te desahogaste. Yo no soy tu esclava, ni nací para enardecerte. Ya es hora de que vuelva a vivir, volver a disfrutar y ser feliz. El amante Tú fuiste el culpable, tu mujer recurrió a mí, y yo estoy en esta vida para hacerla feliz. Tú te lo has buscado, a tu pareja has obligado, se siente muy bien con su cuerpo, la relación has desvirtuado. Yo la amo mientras tú derrochas dinero en clavos, la culpa es tuya y no de la que está en casa llorando. Falso, si no la quieres por qué la engañas, es por ambición de deseo de los que solo quieren tu cuerpo, aunque con este hecho demuestras bastante poco intelecto, difícilmente estarás contento. Es por eso, que creo en el amor, nunca e