Con
el pelo rasgado, con la barba enmarañada, con las legañas en la cara, con el
alma ávida, con la lengua fuera, con la vida consumida, no gastada, con ganas,
nada me para, al final te eché un pulso deuda. Falta un árbol en el camino y
coloco el parche en el costado, suicidios desde el Hotel del salto, caminos
perdidos y recónditas leyendas, frío al despertar y en la cama el horno se
gesta. Una luz nocturna acompaña mi velada, con una chica a mi lado que me
adora y ya me quiero más, nunca me faltó la confianza ni la oportunidad, yo me
empeñaba en no prosperar, trazo las marcas de un nuevo sendero, caminos se
abren a mis rezos y a mis gracias, estoy en esta mierda porque me hace falta.
No me van matar sus palabras, gente tóxica sola se marcha. Soy mi propio
Cadillac. Otros me llaman Christine.
No
me cambio el hábito, soy un monje como Eco. Respeto respetar el puesto, voy
directo en piedras lanzadas contra el muro de Berlín, soy la destrucción de las
carreteras, soy el camino con tierra, no gravita, soy un órgano que palpita en
busca de un castillo de circonita. Soy
el cactus que se traga las ondas del wifi y muere como el jueves que desea ser
viernes y se huele en las presas que temen la llegada de cazadores en ciernes.
Medidas,
mide tus reglas, están ovadas, quiero ciclos de plantas, ciclos de vida, la que
me das mi armonía, la que me da pensar en vivir abierto en libertad, y ya está,
ni quiero trabajar ni me gusta, alternativa la referencia. Con un mensaje
claro, con un pétalo en la mano, con unas uñas alisadas, con las manos suaves
por la lluvia en las plantas, con animales que me acompañan, sin imágenes de
los satélites.
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