Escribo menos porque vivo más, una novia en cada circunstancia. Situaciones al límite como Relatos Salvajes, un desvarío continuo como los hermanos Farrelly. Murciélagos desorientados en mi patio a media tarde, todavía uno duerme en el escalón del trastero, resguardando en letargo para después. Un resquicio diminuto en tus paredes. Aletas moradas, carne y caviar, lambrusco para variar y leche con calcio. Te hiciste la remolona y no me diste el contacto, pasarán semanas hasta que vuelva. La máquina de escribir se formatea al rozar el cable, las manchas forman encuadres. Tu boca sabe a arándanos y tu lengua es viperina. Tus pechos magnolias y tu culo montículos donde mis manos reposan palpando mitades de albaricoque. Variedad en la misma masa, cara blanca y sonrisa sureña, acento cordobés. Jugando como un niño que no conocía la malicia, si la picaresca, comiendo de tu racimo, tomando dulces y vino. El calor del brasero un bálsamo y tus abrazos matemáticos, con cada p