Estaba ahí, su perfume le cautivó, la sigue por mil caminos para poder seguir con vida, la mantis que le mata, la última corrida. Cuestas puntiagudas empinadas, dadle seguridad, se siente atrapado en esta matriz espiral, sólo le queda rezar. La esencia del delito, ese olor que estilas, que se derrite y muere en el tercer circonio y débito se tira al foso del que sigue preso. Perro sin dueño, la gárgola que observa, te persigue como en Wicker Park; se siente mal, tú no quieres escapar. Captor a lo Átame, la enfermiza pero humana obsesión de Benigno en Hable con ella. No le importa caer, no tiene nada que perder, va jugando a la ruleta del desastre, día 20 de los 40 tentados. Por ti, por él; te sigue esperando en esa esquina, es el que lleva gafas de sol en la terraza del bar donde desayunas, es el que te espía mientras te desnudas, es el que escala las más altas copas de las encinas. Tú eres vitamina de este cuerpo adicto a su morfina, sativa, la